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Del 1G al 5G, la conectividad móvil avanza a un ritmo vertiginoso

Iñaki garcía Iñaki García

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Seguramente si a alguien allá por los años 80 se le hubiera ocurrido decir que a través de un teléfono móvil iba a poder seguir el concierto de su grupo favorito o el partido de su equipo de fútbol le habrían tachado de loco. Incluso si ese mismo sujeto hubiera vaticinado que con el nuevo siglo prácticamente todo el mundo iba a salir a la calle con un teléfono en sus bolsillos y que ese aparato se iba a convertir en una parte casi indispensable de la vida de gran parte de la ciudadanía, también le habrían dicho que estaba mal de la cabeza.

Sin embargo, el tiempo le iba a dar la razón e incluso sus expectativas se hubieran quedado cortas, tal y como se demuestra en la actualidad. Los móviles, las tablets y el resto de los dispositivos digitales forman parte ya de nuestras vidas y tanto la manera de utilizarlos como las posibilidades que ofrecen a los usuarios han ido avanzando a un ritmo vertiginoso.

No parecen muy lejanos esos días en los que los móviles eran de uso casi exclusivo para la gente de alto poder adquisitivo. Eran terminales de gran tamaño y la única función que ofrecían era la de llamar. A partir de ahí, los avances en cuanto a conectividad no pararon de sucederse.

Del 1G inicial se pasó al 2G que ya permitía, por ejemplo, enviar mensajes de texto. La revolución llegó ya alcanzado el nuevo siglo, cuando comenzaron a proliferar los ‘smartphones’, con todo lo que eso supuso. Desde navegar por Internet sin necesidad de un ordenador hasta hacer videollamadas o seguir eventos sin la obligación de estar presente en ellos. Términos como ‘aplicaciones’ empezaron a hacerse familiares, la velocidad de transmisión de datos era cada vez mayor y el tiempo de espera para realizar cualquier acción, por el contrario, se reducía.

El crecimiento ya era imparable. Nada ni nadie podía frenarlo y así llegó a nuestras vidas el 4G. Más velocidad, más posibilidades, más contenidos. En este punto nos encontramos actualmente, pero es inevitable que pronto se dé el siguiente paso. «El cambio hacia la tecnología 5G en es inexorable», se apunta desde Euskaltel, empresa que recientemente ha desembarcado en La Rioja. «En este momento existen muchos pilotos por parte de los operadores de telecomunicaciones que apuntan a la implementación del 5G en los próximos años», se apostilla.

Y esa llegada del 5G, ¿qué va a suponer? Seguir por ese camino que arrancó con el 1G y que parece no tener fin. «La tecnología 5G es la piedra angular de la transformación digital y se estima que su introducción en los sectores de la automoción, de la salud, del transporte y de los servicios públicos en España facilitará la prestación de servicios que requieran gran ancho de banda en movilidad y dará un impulso a las aplicaciones del Internet de las Cosas, como el coche conectado, el transporte inteligente o la digitalización en el entorno rural», se enumera desde Euskaltel.

Habrá más capacidad de datos, el tiempo de respuesta será mínimo y las herramientas al alcance de los usuarios, múltiples. Así, no será de extrañar que dentro de veinte o treinta años el periodo actual nos parezca, tecnológicamente hablando, casi la prehistoria. Como lo es ahora mismo aquella época en la que a algún loco se le ocurrió vaticinar lo que vendría después.

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