Ahorrar

¿Cómo funciona la gestión sostenible del agua?

Sólo un 2,5% del agua que hay en la tierra es dulce

En los últimos diez años, la población mundial ha crecido una media del 2,8%. De los cerca de ocho mil millones de habitantes que hay en el planeta, aproximadamente 2.300 millones no tienen acceso a agua potable. Tanto el crecimiento demográfico como la necesidad de gran parte de la población revelan una inmediata necesidad de gestionar este recurso de manera sostenible, tal y como explican en un trabajo de Ecoembes. La revolución industrial, junto con el liberalismo económico, provocaron un aumento en la demanda al tiempo que se amplificaban las diferencias entre clases. Este cóctel de circunstancias provoca, además, un reparto injusto de un bien fundamental tanto en la vida cotidiana como en ámbitos industriales. La gestión sostenible del agua pasa por un principio básico: recuperar el equilibrio entre el consumo de agua dulce y su renovación natural. Las reservas de agua bajan a un ritmo demasiado alto en comparación a la velocidad a la que se recuperan. Por ese motivo es importante concienciar a la población y realizar un esfuerzo por fomentar el uso responsable de este bien básico, de manera que el mundo se mueva hacia un desarrollo sostenible. Solo siendo conscientes de la cantidad de recursos hídricos que tenemos a nuestra disposición y repartiéndolos de manera justa podremos hacer que duren a lo largo del tiempo.

La distribución de este recurso se divide entre agricultura, que gasta la mayoría de él, industria y uso doméstico. Este reparto cambia dependiendo de la zona del mundo a la que se mire, pero estos pilares acaparan toda el agua sin prestar atención a las necesidades mundiales.

Para satisfacer las necesidades de estos colectivos se hace un uso excesivo del agua, de manera que no se permite su regeneración a tiempo. Además, el uso de productos químicos en estas industrias ha provocado el deterioro de los ecosistemas tanto acuáticos como terrestres, de manera que se afecta al medio ambiente en general. La planificación en el reparto de este bien básico no pasa por los hogares de los ciudadanos, sino que depende de las administraciones y órganos en posición de tomar decisiones. A pesar de ello, hacer un uso responsable y contribuir a la gestión sostenible de este recurso sí está en manos de cada uno.

Ahorrar el agua en casa es tan sencillo como no tirar los restos después de cocer un puñado de pasta, cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes o evitar los baños en favor de las duchas. Con pequeños gestos se contribuye a frenar problemas tan serios como el cambio climático o la subida del nivel del mar, al tiempo que se pone en práctica un uso responsable.

Solo un 2,5% del agua que hay en la tierra es dulce y, por lo tanto, susceptible de ser utilizada en el día a día. Es un recurso que, aparentemente, es renovable e infinito, pero su uso irresponsable lo convierte en vulnerable y finito. En todos los entornos existe la posibilidad de reutilizar el agua en lugar de extraerla.

Noticias relacionadas: