8 de marzo 2020 // Día Internacional de la Mujer

«El techo de cristal también existe en el arte»

Mercedes González de Garay. Artista y gestora cultural

Mercedes González de Garay
N. IRUZUBIETA L.R.

Mercedes González de Garay es una artista y gestora cultural riojana de trayectoria internacional, que ha participado en numerosos proyectos y exposiciones en lugares como Nueva York, Berlín, Estambul, Florencia, Cairo, Pekín y Lisboa. Actualmente se dedica al diseño a través de su plataforma ‘Fosforito’. Muy ligada a su tierra, siempre ha participado activamente en la escena artística logroñesa.

Cuando usted llegó al mundo laboral, en teoría una parte del trabajo para lograr la igualdad estaba ya hecho, ¿lo sintió así?

Sinceramente ni me lo planteaba, entras en el mundo laboral prácticamente a ciegas, en un entorno tremendamente hostil y competitivo, y dando los pasos que crees que te permitirán trabajar haciendo lo que te gusta. Hasta que no empiezas a tener una perspectiva más amplia no eres consciente de lo que se ha hecho y de lo que queda por hacer.

¿Qué haces para contribuir a alcanzar la igualdad plena?

Escuchar, educar y concienciar. No hay otra. Necesitamos educar en igualdad, tolerancia y respeto a la diversidad y eso empieza en casa. Necesitamos que el mundo sea más empático, y para ello creo que la clave es actuar en nuestro entorno más próximo, concienciar a diario, dejar de justificar comportamientos machistas sólo porque es lo normal, cambiar modelos de consumo, roles de género preestablecido, economía de los cuidados, división sexual del trabajo… queda mucho por hacer, pero creo que es imparable.

¿Cuál ha sido su experiencia en ese sentido?

Pues he tenido la inmensa fortuna de encontrarme en el camino con grandísimas mujeres que han trabajado muy duro para estar donde están, mujeres fuertes que consciente o inconscientemente consiguen visibilizarnos. A todos los niveles, creadoras, gestoras, periodistas, comisarias… y que desarrollan su trabajo en entornos francamente hostiles como países en los que la libertad de la mujer es prácticamente inexistente.

Ahora bien, también he visto otra de las caras del mundo del arte, la de los tótems, la de los grandes artistas con grandes egos, los que te dan “la oportunidad de trabajar con ellos”, los que no te pagan, los que utilizan tu trabajo sin darte crédito… Con el paso del tiempo aprendes y te plantas. Aunque sinceramente creo que esto está cambiando, las grandes posibilidades que dan las nuevas tecnologías en cuestión de comunicación y colaboracionismo nos están llevando a hacer visibles grandes abusos e injusticias que antes eran el pan de cada día en ciertos sectores. Asociaciones como MAV (Mujeres en las Artes Visuales) y movimientos como el Me Too o La Caja de Pandora están haciendo que se den pasos de gigante en este sentido

¿En el ámbito artístico falta mucho por hacer?

Falta mucho, muchísimo… como en otros sectores los números no mienten. El techo de cristal está ahí y el mundo del arte no es diferente, pese a ser carreras profesionales mayoritariamente femeninas los puestos de poder están ocupados en su mayoría por hombres. Como creadoras, expositivamente hablando, las mujeres están infrarrepresentadas y si hablamos de historia del arte ni te cuento, las mujeres llenan los museos como objeto artístico, como musas, modelos e inspiradoras, pero, ¿y como pintoras o escultoras? ¿No había? Pues claro que sí, pero se les ha borrado de la historia. Un ejemplo perfecto es Camille Claudel. No es hasta los 60s-70s cuando se empieza a reflexionar sobre la representación de las mujeres en el arte y el arte producido por mujeres, y es gracias a esa generación de mujeres que hoy lo tenemos un poco más fácil.

¿Ha sentido usted discriminación en alguna ocasión?

Todas hemos sido discriminadas de una forma u otra. En el ámbito laboral he sufrido los machismos habituales, los más comunes, si tenía una opinión diversa es que era una niñata caprichosa, o muy agresiva para ser mujer, o muy emocional… ¡todo mal (risas)! Con los años ya empiezan las entrevistas de trabajo con preguntas tipo “¿tienes novio?” o “¿estás pensando en tener hijos?”. Y yo soy afortunada, comparada con otras compañeras que han sufrido auténticas torturas, situaciones de abuso que al ser denunciadas terminan muchas veces en la criminalización de la víctima, algo del todo aberrante.

Usted ha sido madre recientemente, ¿cómo le ha afectado en su profesión?

Bueno, he sido madre de dos hijos en los últimos tres años, con lo cual el tiempo ha sido un factor decisivo, ¡no lo tengo! (risas). Ha sido una decisión consciente y compensa con creces. He cambiado mi modelo de trabajo, me he alejado más del mundo del arte y me he acercado al del diseño, lo que me permite trabajar en casa y pasar tiempo con mis hijos, algo honesto y sin grandes pretensiones. Tengo la suerte de tener una pareja que me apoya en todas las decisiones que he tomado tanto laborales como respecto al cuidado de nuestros hijos, así que en ese sentido estoy totalmente tranquila. Respecto a la vuelta después de un tiempo… ¡veremos!

¿Qué hace usted para contribuir a alcanzar la igualdad plena?

Escuchar, educar y concienciar. No hay otra. Necesitamos educar en la igualdad, tolerancia y respeto a la diversidad, y eso empieza en casa. Necesitamos que el mundo sea más empático, y para ello creo que la clave es actuar en nuestro entorno más próximo, concienciar a diario, dejar de justificar comportamientos machistas sólo porque es lo normal, cambiar modelos de consumo, roles de género preestablecido, economía de los cuidados, división sexual del trabajo… queda mucho por hacer, pero creo que es imparable.

Relacionadas