Telefonía


1997: Hace veinte años nacía la telefonía móvil con unos primeros y voluminosos aparatos que sólo permitían hablar y enviar mensajes breves por ‘sms’ con problemas de cobertura y cuando lo extraño era disponer de uno de estos terminales con línea propia

2017: Actualmente lo habitual es no sólo no tener un ‘smartphone’: lo norma es tener dos, con conexión a Internet 3G o 4G y la apuesta futura de compañías como Vodafone es el Internet de las cosas, sector donde es líder mundial para la conexión de aparatos eletrónicos con NB-IoT

Texto: Diego Marín A.

Hace poco más de veinte años sólo el 2% de los españoles disponía de teléfono móvil. Actualmente el porcentaje se ha invertido y más de un 96% dispone de un dispositivo, la mayoría ‘smartphone’ con conexión a Internet. Es más, ya no es extraño que una misma persona disponga de dos líneas, si no dos terminales, uno personal y otro del trabajo, por ejemplo.

La telefonía móvil nació en España en 1995, a la vez que Windows 95, eBay, el DVD y el Mp3. Pero, en comparación con los avanzados terminales actuales, los primeros teléfonos móviles eran muy voluminosos y apenas servían para dos funciones: llamar y mandar breves mensajes ‘sms’. «Después, en el 2000, Vodafone lanzó en España la primera red de envío de datos mediante teléfono móvil, la tecnología GPRS; en el 2004 también fuimos los primeros en lanzar el 3G y en el 2013, el 4G, que actualmente nos permite llegar a velocidades de hasta 300 megas en el móvil», explica el director de la Zona Norte de Vodafone, Miguel García Alonso.

1997: Los primeros teléfonos móviles eran pesados y voluminosos aparatos que apenas ofrecían dos funciones: realizar y recibir llamadas y mensajes de texto de poco más de un centenar de caracteres. Disponían de teclado y la duración de la batería y la cobertura eran los principales problemas de los usuarios. No obstante, ya disponer de un aparato y una línea era todo un avance tecnológico hace veinte años. Entonces las compañías casi regalaban los terminales a cambio de la contratación de las tarifas.

2017: Los teléfonos inteligentes actuales son, en realidad, pequeños ordenadores portátiles. No sólo permiten realizar y recibir llamadas y mensajes, ahora los aparatos son atractivos por otros motivos, como su conexión a Internet, la calidad de sus cámaras de vídeo y fotografía, así como su calidad y rapidez para soportar las distintas aplicaciones que se pueden instalar y poner en funcionamiento en los mismos, desde los pagos en servicios como la zona azul de estacionamiento hasta el control de la domótica.

Actualmente, los ordenadores se han simplificado de tal modo que caben en el bolsillo, los ‘smartphones’ permiten navegar por Internet y realizar cualquier tipo de operación, incluso es posible realizar transferencias bancarias y pagos, por ejemplo, en la zona azul de Logroño. Todo depende de algunas aplicaciones que, como ‘WhatsApp’, han provocado que los teléfonos se usen ahora para casi todo, menos hablar.

El principal problema de la telefonía años atrás era la cobertura. Vodafone, por ejemplo, servía a Logroño y a las principales localidades en el transcurso de la AP-68, es decir, Calahorra y Haro. En cambio, actualmente dispone de un 99,56% de cobertura de voz y 3G, y en 4G, un 95,85% de la población de La Rioja. «Hace veinte años no existía ni GPRS, lo máximo que podíamos enviar es un mensaje corto y ahora mismo el 4G permite velocidades mejores que el ADSL, se acerca a la fibra óptica», describe Miguel García Alonso, quien desvela que, ahora, «un ‘smartphone’ tiene la potencia de procesamiento que tenía la NASA cuando envió al primer hombre a la Luna». Todo eso es habitual tenerlo ahora en el bolsillo. Y, como añadido, herramientas como las cámaras de fotografía y vídeo de alta calidad, GPS…

Lo 'último'

Esto es la última tecnología, pero hace veinte años los aparatosos teléfonos móviles también lo eran. «Entonces había prototipos muy grandes, modelos que se pensaban con pantallas poco manejables, teclados… Ahora lo piensas y sólo está reflejado parte de la funcionalidad que hay ahora. La revolución que ha supuesto el ‘smartphone’ ha ido muy deprisa, apenas tiene diez años de vida», declara el director territorial de Vodafone. La empresa ya no sólo es de telefonía móvil, con la adquisición de Ono (Reterioja): también ofrece servicios de conexión a Internet y teléfono fijo, ofreciendo a sus clientes residenciales 1 GB de velocidad, cuando hace veinte años apenas llegaba a 16 Kb.

Las coberturas y velocidades se han multiplicado y con esas cifras, también los clientes de Vodafone: 82.500 en telefonía móvil, 29.300 en 4G, 26.700 en banda ancha fija y 9.900 en televisión. De hecho, la firma, con 91 empleados en La Rioja, calcula su contribución económica directa a la región en 33 millones de euros. El crecimiento de Vodafone ha sido paralelo al de la propia telefonía, encontrándose en el horizonte una trayectoria ascendente y meteórica de la tecnología. «La evolución ha sido enorme, hace veinte años la empresa era incipiente y sólo se vendían servicios móviles, pero ahora somos un operador que ofrece todos los servicios del mercado, totalmente convergente», expone Miguel García Alonso.

Es más, ahora empieza a implantar en La Rioja el nuevo estándar del llamado Internet de las cosas y la próxima revolución parece ser, precisamente, la del NB-IoT, «que permite mucha más capacidad para conectar más objetos». Hoy, Vodafone es el líder mundial en Internet de las cosas y el operador que más objetos tiene conectados con más de 50 millones en todo el mundo. El segundo del sector, AT&T, sólo llega a los 30 millones. «El nuevo estándar NB-IoT va a permitir, sólo en España, poder alcanzar los 100.000 millones de objetos conectados. Es una nueva tecnología que estamos desplegando porque prevemos que el auge de Internet de las cosas va a estallar en los próximos años y estamos preparando la red en España para recibir el doble de conexiones que tenemos a nivel mundial», advierte García Alonso.

Tecnología Vodafone


Diego Marín

Benditos aparatos


Uno siempre se pregunta para qué tienen algunas personas teléfono móvil si nunca lo atienden y siempre se lo olvidan en cualquier parte. Todos conocemos a alguien así. La tecnología se afana en hacernos la vida más fácil, pero siempre hay quien la infravalora.

No tener teléfono móvil es muy loable, seguramente la mayoría, si no fuera por trabajo o cuestiones familiares, practicaríamos esa religión, pero muchas veces no queda más remedio que sucumbir ante la alienación.

Debemos reconocer que el teléfono móvil nos ha librado de muchas situaciones incómodas, como de regresar a casa andando y arrastrando una bicicleta pinchada o esperar eternamente una cita en la que nos han dado plantón. Estos aparatos también son benditos. Los apreciamos desmesuradamente, los cubrimos con una carcasa, los llevamos a todas partes con nosotros, hasta duermen con nosotros e, incluso, les contratamos un seguro de vida.

«Los apreciamos desmesuradamente, los cubrimos con una carcasa, los llevamos a todas partes con nosotros, hasta duermen con nosotros e, incluso, les contratamos un seguro de vida»

El teléfono es ya parte sustancial de nosotros mismos. Mérito tiene. Ha conseguido reducir las voluminosas agendas a un espacio inmaterial, ha logrado la permanente comunicación a pesar de la distancia y ha permitido la movilidad ante cualquier situación. Antes, si uno esperaba una llamada, ya fuera del hospital, de un hijo que se había ido de viaje al extranjero o de una oferta de trabajo, debía guardar la espera en casa, paciente, matando el tiempo como mejor pudiera.

Lo malo es que toda la investigación invertida, todo el desarrollo tecnológico desplegado para que nuestros ‘smartphones’ tengan la misma potencia de procesamiento que la NASA en 1969 no vale de nada si alguien se deja toda la tarde el terminal silenciado o, en cambio, le suena en medio de una obra de teatro.