Desarrollo tecnológico: Desde el inicio de los tiempos, cada nueva invención tecnológica ha supuesto un cambio de paradigma. La clave actual reside en la velocidad a la que hoy se producen estos cambios y lo profundo que cala en las personas
Por Sergio Moreno
La píldora azul. La maldita píldora azul. El señor Andersson eligió la píldora roja. Tomó la decisión de ser Neo: aceptó vivir libre aunque resultase doloroso. Entró en un mundo distópico, que se define a través de esa ficción que trata de averiguar hasta qué punto será desagradable la sociedad de un más que probable futuro hipertecnológico.
Son muchos los títulos de culto que abren una visión muy negativa del futuro. ‘Metropolis’, de Fritz Lang, del año 1927; o el universo creado por George Miller, ‘Mad Max’. Son varios los directores destacados que han realizado películas memorables del género como ‘A Clockwork Orange’, de Stanley Kubrick de 1971; ‘Blade Runner’, de Ridley Scott, estrenada en 1982; ‘Akira’, de Katsuhiro Otomo, de 1988; ‘Terminator’ o la propia ‘The Matrix’. Otros directores han tratado de reflejar un mundo utópico: como La Isla, de Michael Bay; ‘Yo, Robot’, de Alex Proyas; ‘Minority Report’, de Steven Spielberg; o ‘Demolition Man’, de Marco Brambilla.
La ficción ha encontrado materia suficiente en estos dos conceptos para transportarnos a las más diversas sociedades evolucionadas desde la tecnología para tratar de comprender cómo será el futuro. Pero también conviene preguntarle a los tecnólogos, que habitualmente abren un espacio infinito entre los dos extremos: ni tan utópico ni tan distópico.
En este grupo se encuentra Ignacio Lasheras, presidente del Colegio Profesional de Ingenieros en Informática de La Rioja (CPIIR). «No me atrevo a entrar en temas ético-morales de hacia dónde vamos y si llegaremos a una utopía o a una distopía, debido a la rápida evolución de la tecnología. Y ni mucho menos a evaluar cómo vamos a gestionar la vida humana si se cumplen las predicciones sobre la singularidad tecnológica de, entre otros, Ray Kurzweil», dice. En este debate ético previo a la disposición de cualquier escenario futuro, Lasheras defiende que «la tecnología nunca debe hacernos olvidar que somos seres humanos. Lo más importante es la educación, para no perder la capacidad de elección ni el control de nuestras vidas».
Distopía es el antónimo de utopía; por lo tanto, una sociedad indeseable
Comparte Lasheras una opinión idéntica a la que establece Carlos Prieto, presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicaciones de La Rioja. «Es imposible saber con exactitud qué va a ocurrir dentro de veinte años en relación a la evolución tecnológica», asegura Prieto. Lasheras remarca el mismo escenario: «Es complicado incluso saber a más de cinco años cómo va a evolucionar e influir el big data, la realidad virtual, la realidad aumentada, la impresión 3D, las redes ultrarápidas, la inteligencia artificial (IA), la nanotecnología, los drones... Lo que es seguro es que habrá cambios radicales en todos los sectores, sobre todo en transporte, medicina, educación y en finanzas».
Carlos Prieto intuye que «la irrupción de los robots sustituyendo al hombre será prácticamente total en todos los trabajos manuales, en las fábricas, en el hogar. Los humanos, los que trabajen, deberán tener una formación en TIC, química y matemáticas profundas, encargándose de la investigación y desarrollo. Al tener más tiempo libre y vivir más, la gestión del ocio será fundamental. Se crearán dos clases sociales, las que sean necesarias para seguir evolucionando y aquellos que no puedan aportar nada. Unas trabajarán y otras estarán».
Apunta Lasheras que «la impresión 3D se usará para todo y desde cualquier lugar». Explica que «seremos Internet». Con la explosión del IoT «absolutamente todo estará conectado a internet». Apuesta por el transporte inteligente y autónomo (coches, autobuses, aviones), «no se conducirá nada manualmente y se compartirán los vehículos». Habrá casas y lugares inteligentes. «Desaparecerá el dinero físico, y todas las transacciones económicas serán electrónicas», señala. Y coincide con Carlos Prieto en que «los trabajos menos cualificados serán realizados por inteligencia artificial, como los robots. Todas las fábricas serán robotizadas». Lo que ahora en un proceso inicial se conoce como Industria 4.0.
Carlos Prieto apunta en sus previsiones hacia la sanidad: «Los avances médicos van a proporcionar una mayor calidad de vida y se va alargar la misma. Enfermedades como el cáncer serán prácticamente curadas pero las derivadas de depresiones y mentales sufrirán un aumento. Además se producirá una situación de superpoblación que nos hará tener que buscar nuevos planetas para vivir o ejercer un control sobre la natalidad férreo». Y entiende que «se preservará la naturaleza y el medioambiente de nuestro planeta y la concienciación ecologistas será muy alta».
Educación y futuro
La educación es un factor decisivo en el desarrollo ciudadano y de sus prioridades depende en gran media el modelo de sociedad. Por ello, la calidad de la enseñanza y el nivel de la formación son factores determinantes para definir la capacidad de un país en un mundo globalizado. Por eso, «el sistema educativo sufrirá una completa transformación», remarca Ignacio Lasheras. Entiende que será «una educación basada en principios de colaboración, adaptabilidad a los cambios, o la elección de contenidos desde cualquier lugar: con aulas conectadas, libros electrónicos, profesores virtualizados...». Será la única forma de evitar una sociedad distópica que colapse por culpa de esa singularidad tecnológica donde los robots creen máquinas más inteligentes. Para no darle la razón a Michael Bay, director de ‘La isla’: «Sólo quiero vivir. El cómo no importa».
«La tecnología nunca debe hacernos olvidar que somos seres humanos»
La píldora azul. La maldita píldora azul. El señor Andersson eligió la píldora roja. Tomó la decisión de ser Neo: aceptó vivir libre aunque resultase doloroso. Entró en un mundo distópico, que se define a través de esa ficción que trata de averiguar hasta qué punto será desagradable la sociedad de un más que probable futuro hipertecnológico.
Son muchos los títulos de culto que abren una visión muy negativa del futuro. ‘Metropolis’, de Fritz Lang, del año 1927; o el universo creado por George Miller, ‘Mad Max’. Son varios los directores destacados que han realizado películas memorables del género como ‘A Clockwork Orange’, de Stanley Kubrick de 1971; ‘Blade Runner’, de Ridley Scott, estrenada en 1982; ‘Akira’, de Katsuhiro Otomo, de 1988; ‘Terminator’ o la propia ‘The Matrix’. Otros directores han tratado de reflejar un mundo utópico: como La Isla, de Michael Bay; ‘Yo, Robot’, de Alex Proyas; ‘Minority Report’, de Steven Spielberg; o ‘Demolition Man’, de Marco Brambilla.
La ficción ha encontrado materia suficiente en estos dos conceptos para transportarnos a las más diversas sociedades evolucionadas desde la tecnología para tratar de comprender cómo será el futuro. Pero también conviene preguntarle a los tecnólogos, que habitualmente abren un espacio infinito entre los dos extremos: ni tan utópico ni tan distópico.
En este grupo se encuentra Ignacio Lasheras, presidente del Colegio Profesional de Ingenieros en Informática de La Rioja (CPIIR). «No me atrevo a entrar en temas ético-morales de hacia dónde vamos y si llegaremos a una utopía o a una distopía, debido a la rápida evolución de la tecnología. Y ni mucho menos a evaluar cómo vamos a gestionar la vida humana si se cumplen las predicciones sobre la singularidad tecnológica de, entre otros, Ray Kurzweil», dice. En este debate ético previo a la disposición de cualquier escenario futuro, Lasheras defiende que «la tecnología nunca debe hacernos olvidar que somos seres humanos. Lo más importante es la educación, para no perder la capacidad de elección ni el control de nuestras vidas».
«Vamos a una velocidad de vértigo que se multiplicará en los próximos años»
Comparte Lasheras una opinión idéntica a la que establece Carlos Prieto, presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicaciones de La Rioja. «Es imposible saber con exactitud qué va a ocurrir dentro de veinte años en relación a la evolución tecnológica», asegura Prieto. Lasheras remarca el mismo escenario: «Es complicado incluso saber a más de cinco años cómo va a evolucionar e influir el big data, la realidad virtual, la realidad aumentada, la impresión 3D, las redes ultrarápidas, la inteligencia artificial (IA), la nanotecnología, los drones... Lo que es seguro es que habrá cambios radicales en todos los sectores, sobre todo en transporte, medicina, educación y en finanzas».
Carlos Prieto intuye que «la irrupción de los robots sustituyendo al hombre será prácticamente total en todos los trabajos manuales, en las fábricas, en el hogar. Los humanos, los que trabajen, deberán tener una formación en TIC, química y matemáticas profundas, encargándose de la investigación y desarrollo. Al tener más tiempo libre y vivir más, la gestión del ocio será fundamental. Se crearán dos clases sociales, las que sean necesarias para seguir evolucionando y aquellos que no puedan aportar nada. Unas trabajarán y otras estarán».
Apunta Lasheras que «la impresión 3D se usará para todo y desde cualquier lugar». Explica que «seremos Internet». Con la explosión del IoT «absolutamente todo estará conectado a internet». Apuesta por el transporte inteligente y autónomo (coches, autobuses, aviones), «no se conducirá nada manualmente y se compartirán los vehículos». Habrá casas y lugares inteligentes. «Desaparecerá el dinero físico, y todas las transacciones económicas serán electrónicas», señala. Y coincide con Carlos Prieto en que «los trabajos menos cualificados serán realizados por inteligencia artificial, como los robots. Todas las fábricas serán robotizadas». Lo que ahora en un proceso inicial se conoce como Industria 4.0.
Carlos Prieto apunta en sus previsiones hacia la sanidad: «Los avances médicos van a proporcionar una mayor calidad de vida y se va alargar la misma. Enfermedades como el cáncer serán prácticamente curadas pero las derivadas de depresiones y mentales sufrirán un aumento. Además se producirá una situación de superpoblación que nos hará tener que buscar nuevos planetas para vivir o ejercer un control sobre la natalidad férreo». Y entiende que «se preservará la naturaleza y el medioambiente de nuestro planeta y la concienciación ecologistas será muy alta».
Educación y futuro
La educación es un factor decisivo en el desarrollo ciudadano y de sus prioridades depende en gran media el modelo de sociedad. Por ello, la calidad de la enseñanza y el nivel de la formación son factores determinantes para definir la capacidad de un país en un mundo globalizado. Por eso, «el sistema educativo sufrirá una completa transformación», remarca Ignacio Lasheras. Entiende que será «una educación basada en principios de colaboración, adaptabilidad a los cambios, o la elección de contenidos desde cualquier lugar: con aulas conectadas, libros electrónicos, profesores virtualizados...». Será la única forma de evitar una sociedad distópica que colapse por culpa de esa singularidad tecnológica donde los robots creen máquinas más inteligentes. Para no darle la razón a Michael Bay, director de ‘La isla’: «Sólo quiero vivir. El cómo no importa».
El futurólogo más preciso
Ray Kurzweil (Nueva York, 1948) es considerado «la máquina de pensar suprema» por Forbes y el «legítimo heredero de Thomas Edison» por la revista Inc. Kurzweil (19 doctorados) ha realizado 147 predicciones con un índice de acierto del 86% desde 1990. En 1999 vaticinó que en la década siguiente existirían coches de conducción autónoma y que los teléfonos móviles servirían para responder a todas nuestras preguntas. Para 2020 espera que la ingeniería permita curar enfermedades neurológicas como el Parkinson, el Alzheimer y los infartos cerebrales, o que todo se pueda imprimir a través de impresoras 3D. Nueve años más tarde apunta que los ordenadores serán capaces de trabajar de manera autónoma y generar conocimiento nuevo. A partir de 2030 los seres humanos podremos subir toda la información de nuestro cerebro a la nube. Será en 2099 cuando el avance tecnológico permita integrar a las máquinas en nuestra vida y contarán con un estatus legal similar.