En constante crecimiento

El consumo de televisión por Internet y a la carta sigue en aumento

No hay duda de que uno de los sectores que más desafíos ha afrontado con la irrupción de Internet es el del entretenimiento. Y el consumo de televisión tampoco es ajeno al profundo desafío que la Red ha suscitado en su modelo de negocio.

Los expertos predicen que en un breve plazo, dos años a más tardar, el consumo de Internet ya superará al de la televisión. Según la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), a finales del 2018 el consumo medio de televisión se situaba en los 210 minutos diarios, en contraste con los 140 minutos diarios dedicados de media a Internet.

De hecho, la pauta de consumo audiovisual se ha modificado sustancialmente en consonancia con la avalancha de ofertas que ha supuesto el nacimiento de las nuevas plataformas multicanal y de los nuevos servicios de televisión vía ‘streaming’. Pocos se resisten hoy a conformarse con el limitado (y muy reiterativo en sus contenidos) abanico de canales que despliega la televisión convencional.

Y los datos de las mediciones así lo atestiguan. Según la última encuesta de medios publicada por la AIMC, al menos el 32,4% de los encuestados ha accedido diariamente en el año 2018 a contenidos televisivos de cualquier tipo a través de Internet.

Las cifras indican que el crecimiento es prácticamente exponencial. Ese aumento de consumo televisivo a través de la Red se explica por el atractivo que ofrece el medio Internet dadas sus peculiares características. Por ejemplo, el usuario puede simultanear el visionado de un contenido con la interactividad en redes sociales: se ha extendido la práctica de comentar en los perfiles sociales el desarrollo de una serie durante su emisión.

Al gusto del espectador

La mayor ventaja que brinda la Red es la televisión a la carta, en la que el espectador deja de ser un mero sujeto pasivo de la programación y elige qué quiere ver, cuándo y cómo. Una tesis a la que contribuyen muchas plataformas de televisión de pago por Internet (algunas inmersas en las grandes distribuidoras de contenidos) mediante la publicación de todo el contenido a la vez; es decir, servicios como Netflix ponen a disposición de sus clientes toda la temporada de una serie de una sola vez, sin obligar al usuario a esperar una semana para ver el siguiente episodio como ocurre con el medio tradicional. El modelo de la televisión de pago, que ha doblado el número de suscriptores en tres años (a finales del 2018 alcanzaba un total de 6,9 millones de usuarios) genera una especial fidelización del espectador/cliente.

Y los operadores no se han quedado atrás en este cambio de tendencia. Gigantes distribuidores de servicios, como Movistar, Vodafone u Orange, lanzan distintos paquetes promocionales que aglutinan canales temáticos variados para satisfacer las diversas apetencias de sus clientes de una forma cada vez más individualizada y personalizable. Y algunos, como Movistar+, incluso han concebido parte del negocio dentro de la producción audiovisual exclusiva, lo que también ha generado buenos resultados, tanto de crítica como de audiencia.

Así, y por el momento, no son precisamente nubarrones lo que se otea en el horizonte cercano del consumo audiovisual a través de Internet. Otro cantar será comprobar si el medio convencional es capaz de seguir el tirón.

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