8 de marzo 2020 // Día Internacional de la Mujer

«No hay vinos de hombres ni de mujeres»

Natalia Olarte. Directora de I+D+i de Bodegas Riojanas

Natalia Olarte
A. Gil justo rodríguez

Natalia Olarte, directora de I+D+i de Bodegas Riojanas de Cenicero, acostumbra a bregar en un mundo de hombres, aunque la técnico prefiere dejar a un lado las cuestiones de genero y asegura que quiere ser su propia «marca personal». Olarte ha puesto en marcha una escuela de viticultura en la bodega para «poner en valor a la gente del vino». «Tenemos una imagen de los viticultores que no es real; la gente del campo se ha ‘modernizado’ pasando del ‘tú a tú’ a trabajar con herramientas TIC y a usar grupos de Whatsapp y las redes sociales para comunicarse».

Usted dicta a sus proveedores, la mayoría hombres, cómo trabajar el viñedo. ¿Cómo lo lleva..., y ellos?

Con total normalidad. Soy una más. Es parte de mi día a día: escuchar, asesorar y trabajar con los viticultores. Me gusta innovar con todo tipo de empresas y proyectos. Mis conocimientos de campo me los enseñan grandes técnicos como Fermín Barragán, pero también los viticultores año tras año. Yo intento a su vez transmitirlos a otros para afrontar juntos los retos del mundo del vino. En la escuela de viticultura también nos gusta dar visibilidad a las mujeres del vino: técnicos, enologas, científicas..., para que los jóvenes tengan referentes de conocimiento y no de genero.

¿Qué hago yo para conseguir la igualdad plena?

Practico la igualdad potenciando la diversidad laboral en mis equipos, poniendo referentes técnicos para los jóvenes, y rompiendo tópicos, como que existen vinos de hombres y vinos de mujeres.

¿Está reñida la tecnología con la tradición en un sector como el vitícola?

Ni mucho menos. Desde el año 2007, que comencé a trabajar con la tecnología 4.0, con la teledetección por satélite, hemos avanzado muchísimo. Entonces casi te miraban raro por utilizar los mapas y los colores, pero hoy mismo muchos de estos agricultores trabajan con aplicaciones, incluso gratuitas que les facilitamos, para dosificar los tratamientos fitosanitarios o regar sus viñedos. Todo avance técnico para mejorar es bueno y, al mismo tiempo, muchos de estos viticultores conservan un conocimiento, una tradición, que debemos tener también muy en consideración. Yo aprendí de generaciones anteriores y ahora, con la escuela de viticultura, intento transmitir, recibir y compartir el conocimiento. Creo que mi generación no debe tener sesgos de edad o de genero, sino potenciar la tradición y el uso de la tecnología para lograr la sostenibilidad del mundo del vino.

¿Qué problemas tiene nuestra viticultura?

El relevo generacional, la degradación del paisaje y la capacitación de técnicos y trabajadores, entre otros. El rol de género me preocupa menos que el cambio climático y, sobre todo, me gustaría la puesta en valor de los pueblos y los viticultores. El campo y sus gentes son muy importantes en La Rioja y deberían tener el papel que se merecen. Hay que escuchar más sus necesidades, ponerse las botas y crear mesas de trabajo con ellos para poner soluciones a problemas reales.

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