Historias de La Rioja sin salir de casa

Avatares de una diócesis con linaje

F

undada en el siglo IV o V, al amparo de San Emeterio y San Celedonio, la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño fue una de las más poderosas

Marcelino Izquierdo Marcelino Izquierdo

En las últimas décadas la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño está sirviendo de trampolín para insignes prelados de la Iglesia Católica. Monseñor Francisco Álvarez estuvo en La Rioja entre 1977 y 1989 y, años más tarde, fue designado arzobispo primado de Toledo. El paso por la diócesis de Juan José Omella (2004-2015) lo llevó al arzobispado de Barcelona, después fue cardenal y en la actualidad preside la Conferencia Episcopal Española. El último ejemplo lo tenemos en monseñor Carlos Escribano (2016-2020), recién nombrado arzobispo de Zaragoza.

Bien puede jactarse la diócesis que ahora abarca La Rioja de ser una de las pioneras y más influyentes de la entonces Península Ibérica, desde su génesis, pero también una de las que más avatares ha sabido superar.

El obispado calagurritano se erigió sobre el martirio de San Emeterio y San Celedonio, cuando hacia el año 298 su sangre fue derramada durante la persecución de Diocleciano. Ambos, soldados romanos, fueron decapitados en el arenal por profesar la religión cristiana y sus cabezas, arrojadas al Cidacos. Este suceso prueba que ya a finales del siglo III había un núcleo cristiano en la antigua Calagurris.

El poeta local Aurelio Prudencio citaba la existencia de un baptisterio en dicho arenal en el siglo IV y la tradición habla de un primer obispo, de nombre Valeriano. Sin embargo, otros historiadores sitúan en el año 463 el nacimiento de la diócesis y a Silvino como su primer prelado.

La invasión musulmana obligó a la sede episcopal a trasladarse al norte, itinerando por San Millán de la Cogolla y Nájera, hasta volver a Calahorra en 1170, si bien en 1232 el papa llevó el obispado a Santo Domingo de la Calzada –casi acabada la catedral–. Tres años más tarde la diócesis pasaría a denominarse de Calahorra y La Calzada.

Fachada principal de la catedral de Calahorra Fachada principal de la catedral de Calahorra, fotografiada por Laurent en 1874. / MUSEUM OF APPLIED ARTS, VIENA

El poder adquirido en la Edad Media por el obispado incluía, además de La Rioja, Álava, Vizcaya, una parte de Guipúzcoa y varios arciprestazgos en Burgos, Soria y Navarra. La influencia de monasterios con San Millán de la Cogolla, San Martín de Albelda o San Prudencia del Monte Laturce mucho tuvieron que ver.

El impulso de los Reyes Católicos y, después, del Concilio de Trento le permitieron a la diócesis de Calahorra estar regida por obispos ilustres, como Juan Bernal Díaz de Luco, Pedro González del Castillo o el sabio Pedro de Lepe, a los que hay que añadir notables clérigos: el cardenal Aguirre, el padre Risco o el polémico Llorente, primero inquisidor y, ya con la Ilustración, azote del Santo Oficio.

Uno de los tribunales inquisitoriales más importantes fue creado en Calahorra y trasladado a Logroño en 1570. En el Auto de fe 1610 once brujas murieron en la hoguera. Fue el principio del fin del Santo Oficio.

Y llegó el maldito siglo XIX. «La firma del Concordato de 1851 entre Isabel II y el Papa Pío IX sumergió a la diócesis calagurritana en un período de decadencia, que la alejó de su esplendor histórico, pues perdió 553 de sus 950 parroquias. Además, siendo ya Logroño capital de la provincial, aspiraba a poseer el sillón episcopal a costa de Calahorra», explica la historiadora María Antonia San Felipe.

El 7 de junio de 1892 Calahorra inició un motín, con apedreamientos, retención del gobernador militar y decreto de 'estado de sitio'. Este grave altercado impidió que la sede episcopal viaja a Logroño, pero la diócesis fue castigada por el Vaticano sin 'obispo propio' sine die. La llegada de Fidel García, en 1921, también como administrador apostólico y su posterior elección como 'obispo propio' (1927-1952), permitió que se recobrara la normalidad. En 1959, con La Redonda convertida en concatedral, el obispado tomó su nombre actual: diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Más información:
'Tres blasones de España, Antes de nacer naciendo y Muriendo victoriosos mártires de Calahorra', de Francisco de Rojas Zorrilla y Antonio Coello
'Los Santos Mártires y el Obispado de Calahorra', por Antonino González Blanco

Otros artículos

La peste en La Rioja en verso
El 'Memorial' de Albia de Castro
España para los niños de 1899
Y La Rioja empezó a caminar
Valvanera, Ercilla y La Araucana
El motín que incendió Calahorra
Logroño celebra sus 200 años sin Inquisición
El riojano que siguió la ruta de Magallanes
La máquina 'Enigma' que espió en Logroño
El milagro de Martín Albelda
El avión nazi que cayó en Alfaro
'El Quijote', en versión riojana para escolares
McMartin, el héroe escocés de Nalda
San Prudencio eligió el monte Laturce
Radiografía de la sanidad riojana en el siglo XVIII
Londoño, el 'gran intocable' de los tercios
De almirante de la Armada a pirata del Caribe
Graells, entre el cólera morbo y la filoxera
«Yo vi cómo caía el avión sobre Alfaro. Tenía 5 años»
El brionero que combatió junto a Blas de Lezo
La codicia sentenció al general Asparrot
Gómez, una saga para la historia de Logroño
Diego de Villar, cirujano de Alfonso VIII
El misterioso doctor real Celedón Pardo
'Sagasta', el Episodio Nacional que cegó a Galdós
Espartero y Santiago, una pugna de bemoles
Espartero ya tiene, por fin, su sello
El misterioso óleo de Diego Velázquez
El 'lobby' riojano de El Escorial
Y las aguas del Ebro anegaron Logroño en 1775
Fray Vicente, el primer maestro de niños sordos
De la ciencia del doctor Asuero al timo de su nieto
Villegas, poeta procaz y polemista
La 'nueva normalidad' de Logroño en 1899
Historia antigua de La Rioja y sus santos
Antonio de Leyva, el héroe de Pavía
Amadeo I homenajea a Espartero en Logroño
Avatares de una diócesis con linaje
El rey José I presentó en Logroño su primera renuncia a Napoleón
Lucrecia Arana
El abogado riojano que dibujó el mundo
El riojano que dio su vida en defensa del Iberismo