Historias de La Rioja sin salir de casa

Lucrecia Arana, mucho más que una diva

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a gran cantante de Haro, además de estrella de la zarzuela entre los siglos XIX y XX, fue nexo de unión entre intelectuales, como su esposo, Mariano Benlliure, Blasco Ibáñez, Joaquín Sorolla o Carmen de Burgos, 'Colombine'

Marcelino Izquierdo Marcelino Izquierdo

A primera vista, la figura de Lucrecia Arana, a medio camino entre los siglos XIX y XX, semeja al prototipo de niña pobre, con un don para la música muy fuera de lo común, que con estimable ayuda y mucho, mucho, trabajo y esfuerzo, se convertiría en la diva de la zarzuela española en su momento de más esplendor.

Pero Lucrecia López de Arana y Elorza (Haro, 1871-Madrid, 1927) fue mucho más. Han sido innumerables las mujeres que a lo largo de la historia han pasado desapercibidas, pese a sus incontables méritos, a veces por el universo masculinizado que les tocó sufrir, otras porque quedaron a la sombra de sus esposos, otras porque no se les tomó en serio... Pensemos en María de la O Lejárraga, en Clara Campoamor, en Jacinta Martínez de Sicilia, mujeres cruciales en la historia, la política o el arte durante los últimos 200 años.

Huérfana con un año

La jarrera Lucrecia López de Arana y Elorza nació pobre y casi huérfana. No contaba con dos años cuando su padre murió en plena III Guerra Carlista defendiendo al pretendiente. Su infancia estuvo marcada por el hambre y la miseria, hasta que un día la familia jarrera López Heredia la oyó cantar.

De inmediato enviaron los bodegueros a la niña Lucrecia para que estudiara con los mejores profesores de Madrid, mientras trabajaba en la sucursal de la empresa vinícola en el capital.

Lucrecia Arana, mucho más que una diva
Retrato de Lucrecia Arana

Con 15 años pisó por primera vez las tablas del teatro Price, encarnando un papel secundario que le abrió las puertas de la Compañía de Julián Romea, con la que recorrería España varias veces. Años después, ingresó la riojana en la compañía del Teatro de la Zarzuela, donde pronto cosechó un éxito clamoroso. Nada menos que doce años permaneció Lucrecia Arana como su figura indiscutible.

Para compañeros, empleados de los teatros, periodistas y público en general pasó de ser tratada como «la señorita Arana» a «doña Lucrecia».

«Nací cantando, he cantado desde que pude decir papá y mamá... mi padre poseía una voz hermosísima... y yo aprendí a cantar de oído», le comentaba en 1916 a la escritora, periodista e intelectual Carmen de Burgos, quien firmaba con el seudónimo de 'Colombine'. La amistad entre ellas duraría muchos años, pues Lucrecia admiraba a Carmen y la determinación con la que defendía el movimiento feminista.

Lucrecia Arana fue íntima amiga de Carmen de Burgos, 'Colombine', gran defensora de los derechos de la mujer

'Gigantes y cabezudos'

El maestro Fernández Caballero, uno de los más reputados músicos del género chico, compuso para la tiple-contralto riojana la obra 'Gigantes y cabezudos', zarzuela cómica con texto de Miguel Echegaray, muy conocida por su famosa jota 'Si las mujeres mandasen'. Caballero también escribiría para ella 'La viejecita' o 'La riojanica', que Lucrecia estrenó en la inauguración del Centro Riojano de Madrid, en marzo de 1901.

La relación sentimental de Lucrecia Arana con el afamado escultor Mariano Benlliure impulsó todavía más la popularidad de la cantante. Cuando la diva jarrera estaba en la cresta de la ola, coincidiendo con el retrato en el que el gran Joaquín Soro-lla inmortalizó junto a su hijo, José Luis Mariano, y a su esposo –en la página anterior–, Lucrecia Arana decidió retirarse de los escenarios. Era 1908.

Pero la conmoción para su público no fue tan grande, porque desde aquel momento hasta su muerte repentina en Madrid, en 1927, no dejó Lucrecia de cantar en actos benéficos y culturales, de participar activamente en actos de sociedad y tampoco perdió nunca sus amistades jarreras, como la de la familia López Heredia.

Siempre tuvo la artista riojana tiempo para colaborar con los más desfavorecidos, por un lado, y para tomar parte en debates y actividades intelectuales de gran interés, como los que promovía el Ateneo de Madrid, donde cantó varias veces después de su retirada.

Como Mariano Benlliure era un trabajador incansable y prolífico, organizaba Lucrecia Arana interesantes tertulias y reuniones de amigos e intelectuales, entre los que se encontraban el pintor Joaquín Sorolla, la citada escritora Carmen de Burgos, 'Colombine', el literato Vicente Blasco Ibáñez o la cantante y bailaora Pastora Imperio.

Lucrecia, en el jardín de su casa de Madrid, con su marido Mariano Benliure (izq.). Lucrecia fotografiada por Franzen (centro). Portada de 'La Dolores' (arr.) y retrado de Lucrecia, por Joaquín Sorolla (abajo).
Lucrecia, en el jardín de su casa de Madrid, con su marido Mariano Benliure (izq.). Lucrecia fotografiada por Franzen (centro). Portada de 'La Dolores' (arr.) y retrado de Lucrecia, por Joaquín Sorolla (abajo).

Dinamizadora cultural

La riojana fue la encargada de unir y de amalgamar, muchas veces en su espectacular palacete de la calle Abascal –esquina con la calle Zurbano (sí, sí, Zurbano, el de Varea)– a las personalidades más destacadas del mundo de la cultura, del espectáculo, de los negocios o de la política. Durante lustros, fue Lucrecia el coadyuvante, el pegamento de los felices años veinte en Madrid, aunque siempre con su toque de distinción y de elegancia.

La simpatía y el cariño que España entera guardaba por Lucrecia Arana se transformó en sincera tristeza cuando el 9 de mayo de 1927 se conoció su fallecimiento, en Madrid, a causa de una embolia. Tenía 55 años.

Para la posteridad no solo dejó grabadas la diva riojana diferentes canciones, entonces en discos de pizarra, la mayoría del género lírico, sino que también su familia creó el Premio 'Lucrecia Arana' en las modalidades de canto y declamación.

Por cierto, Lucrecia Arana tampoco tiene calle en Logroño.

Reportajes sobre el pasado y las señas de identidad de La Rioja, y consejos para poder leer de manera virtual obras maestras escritas por nuestros antepasados.

Más información:
'La rabalera', del maestro Vives e interpretada por Lucrecia Arana
'Gigantes y cabezudos. Romanza del Pilar, del maestro Caballero e interpretada por Lucrecia Arana

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