E
l alfareño José María Navajas Lestau, que ahora tiene 87 años, presenció de niño el accidente aéreo del Heinkel 111 de la Luftwaffe, que dejó cuatro muertos el 2 de abril de 1938.
El alfareño José María Navajas Lestau tiene 87 años y una memoria privilegiada. No en vano es doctor ingeniero. Cuando el pasado día 8 de mayo publicamos en esta misma sección el reportaje titulado 'El avión nazi que cayó en Alfaro', algunos detalles fundamentales de la narración eran suyos. Su hijo, José María Navajas Twose, había compartido años atrás en una red social el relato que su padre le había contado en numerosas ocasiones sobre aquel avión Heinkel 111 alemán que se había estrellado en la ciudad el 2 de abril de 1938, en plena Guerra Civil. Y así la versión original fue pasando de blog en blog.
Para nuestra sorpresa, el protagonista de este testimonio, José María Navajas Lestau, tenía entonces 5 años y recuerda aquel suceso de la Legión Cóndor como si fuera hoy. Éste es su relato:
«A la mitad del trayecto de la carretera que une Alfaro y Corella, en el término del Estarijo, tenía mi abuelo Francisco un terreno llano con un caserón que los alemanes utilizaron en la guerra (entre 1937 y 1939) como campo de aviación. No sé cómo se pudo transformar lo que antes había servido para cobijar las ovejas en una plataforma de uso militar. Tampoco sé qué misión desempeñó este campo de aviación en el desarrollo de la contienda».
«Uno de los aviones intentó pasar entre las torres de la colegiata de San Miguel», recuerda José María Navajas
Y prosigue Navajas: «Lo que recuerdo es que muy de mañana salían del Estarijo los aviones a cumplir la misión que se les hubieran encomendado y que antes de marcharse sobrevolaban la plaza del pueblo, donde (los niños, él tenía 5 años) contábamos el número de aparatos que componían la escuadrilla. Cuando volvían, volaban encima de la plaza y nosotros volvíamos a recontarlos para comprobar que habían regresado todos. Lo cierto es que no recuerdo que se perdiera ninguno de ellos en acciones bélicas, y que una vez chocaron dos cuando volvían».
En la calle López de Haro
Es cuando llegamos al accidente, el 2 de abril de 1938: «En esta ocasión vi con mis propios ojos cómo uno de los aviones intentó pasar entre las torres de la iglesia (colegiata de San Miguel) y cuando se dio cuenta de que no lo podía conseguir, bruscamente subió dando con el morro de su avión en la cola de otro para, seguidamente, estrellarse contra una casa de la calle López de Haro».
Rememora también Navajas Lestau que «en el choque fallecieron todos los ocupantes del avión, mientras el otro, con la cola en llamas, pudo llegar al campo de aviación donde consiguió aterrizar. Una placa de mármol blanco con los nombres de los que murieron en el accidente se colocó en la casa que se construyó en el lugar de la que destruyó la colisión. Podía verse en ella que había dos militares con los mismos apellidos, que debían de ser hermanos». Hasta aquí la narración de este testigo excepcional.
En efecto, aquel Heinkel 111 se estrelló a causa de un accidente, si bien en los partes de guerra alemanes se apuntó que la tragedia se produjo en un lance de combate, más en concreto, «derribado por el enemigo».
El cabo primero alemán Wilhelm Hildenbrand falleció el 25 de febrero de 1938 en un accidente de moto, junto a Alfaro
Como menciona el señor Navajas, los cuatro tripulantes del bombardero de la Luftwaffe perdieron la vida. Se trataba de los hermanos Walter y Herbert Hoyer, teniente y sargento respectivamente; el también sargento Herbert Bruggemann, y el cabo Kurt Kondziela, que desempeñaba la labor de radiotelegrafista, como confirma el investigador Patrick Laureau en su libro 'Condor: The Luftwaffe in Spain, 1936-1939' (Mánchester, 2000).
Doctor Ingeniero Industrial, José María Navajas Lestau trabajó prácticamente durante toda su vida en la empresa pública Tabacalera, donde alcanzó el puesto de subdirector Industrial, y a su cargo estaban todas las fábricas de España, incluida la riojana.
Pero regresemos a 1937. Ese año se instaló en el aeródromo alfareño el grupo de bombardeo de la Legión Cóndor bajo el nombre Kampfgruppe 88 (K88). El Estarijo se convirtió en una base de gran valor estratégico, pues dominaba una franja clave del corredor del Ebro y el nudo ferroviario de Castejón. El grupo K88 apoyó a las tropas de tierra de Franco durante la batalla de Teruel y, en general, en todo el Frente de Aragón, zona en la que se libraron decisivas hostilidades.
Bajo el mando del capitán Hauptmann Wolfgang Neudörffer, el Grupo K88 contaba con nueve He 111 bimotores y dos Junkers Ju 52 por escuadrilla, además de la patrulla de mando.
Meses antes del percance aéreo, sufrió la Legión Cóndor su primer caído en Alfaro. Se trataba del cabo primero Wilhelm Hildenbrand, quién falleció el 25 de febrero de 1938 en un accidente de moto. En la carretera de Alfaro a Corella (Navarra), a escasos cien metros del cruce con la de Grávalos, aún se conserva un monolito –que no tumba– en recuerdo al fallecido.
Volviendo al testimonio de José María Navajas Lestau cuando era niño, también recuerda: «No sé si la guerra había terminado o no, jugando en la Azucarera de Alfaro, vi que en las naves que había para almacenar los sacos de pulpa de remolacha había centenares de bombas de 50 o 100 kilos». Y concluye: «Nunca supe cuándo las almacenaron allí ni cuándo se las llevaron».
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