PRIMERA ETAPA
Recorrido entre Logroño y Nájera, casi 30 kilómetros para empezar a entender el Camino
Desde Viana, el Camino asalta Logroño por una empinada cuesta al encuentro del río Ebro para compadrear juntos durante unos metros. Solo hasta el Puente de Piedra, por el que la ruta cultural y religiosa más transitada de Europa salva hacia el oeste el cauce que corre a la contra hacia el amanecer. Cada uno a lo suyo, río y Camino se dan la espalda. Es temprano y los primeros rayos del sol tibio de primavera se agradecen para aliviar el fresco que a esas horas sube desde el agua aún turbia por las últimas tormentas de mayo. La cita es en el fielato, el zaguán donde la ciudad recibe a los peregrinos. La Asociación de Amigos del Camino lo atiende desde hace alguna década.
Cerrado a cal y canto desde marzo del año pasado, su presidente, Juan Cruz Cabrito, entendió que esta era una buena excusa para quitarle el polvo acumulado durante tantos meses. Le sobran ganas de recibir peregrinos. De sellar más de 25.000 credenciales hace un par de temporadas a la nada ha mediado el abismo de una pandemia.
Concha Andreu es británicamente puntual. Atraviesa el recién reformado viaducto con paso firme y la sonrisa puesta, decidida a atender una invitación tan inusual como esta que le obliga a dejar el despacho para echarse al monte (quizás nunca mejor dicho). La logística que le acompaña, tan mínima como discreta, es la única señal de que esta novel peregrina es en realidad la presidenta del Gobierno de La Rioja desde hace casi dos años. Saluda, nerviosa, a este periodista con quien compartirá Camino, que es más que compartir una merienda o una paseo por largo que sea.
– «Seguramente esta es la mayor embolada que te han hecho jamás», le saludo.
– «Es emocionante», admite.
Y no lo disimula. Se le adivina cierto nerviosismo mientras en el fielato recoge la credencial y el presidente de los Amigos del Camino le estampa pulcramente el primer sello. «Hacer el Camino de Santiago es un compromiso personal...», se lee en el punto primero del decálogo del peregrino que se resume en la primera página del salvoconducto a Compostela. «El peregrino no puede exigir nada por su condición de tal sino agradecer la ayuda recibida»... Y así, hasta sus diez mandamientos.
Salvamos Logroño airosos. Con cierta prisa por empezar a pisar la tierra y las piedras de la ruta. Cruce de caminos, este de Santiago es el principal de todos, el que se hizo eje del casco antiguo de Logroño, Ruavieja arriba, hacia la plaza de la Diversidad y luego Murrieta hasta Duques de Nájera para cruzar los parques de la Laguna y de San Miguel, los caminantes enseguida adivinan la proximidad de La Grajera.
Alguna ardilla joven sale al paso en La Grajera. La etapa ya se pone agreste y despliega su decorado rural. Concha Andreu y este periodista atacan a buen tranco las primeras cuestas y la conversación. De ambos asuntos trata esta experiencia: de andar y de charlar. El Camino iguala. Los peregrinos se tutean.
– ¿Te habías llegado a plantear alguna vez esto de hacer el Camino?
– Mira, no, aunque sí es algo que tengo en la cabeza porque con todo el mundo con el que he hablado y que lo ha hecho me cuenta que ha salido encantado. No sé, ahora mismo ya siento una emoción... Intuyo que va a tener un antes y un después.
– Además de aceptar la invitación, algo que te agradezco, ¿te empuja algún motivo personal estos días?
– Sí, el deseo de tener espacio y tiempo para tranquilizar la mente, relajar las ideas y empezar una descongestión que necesito. Y, además, disfrutar de algo que me encanta: mirar..., mirar una planta y otra. La primavera es el mejor momento que habéis podido elegir para ponernos en marcha.
– Tranquilizar y relajar suena a necesidad de paz. Supongo que este año ha sido más que duro; casi que fue llegar a la Presidencia y encontrarte el marrón de la pandemia.
– Ha sido un año duro para todo el mundo. Fíjate..., los familiares de fallecidos y los enfermos; los que tienen negocios, los hosteleros... Para todo el mundo ha sido muy difícil. Y para nosotros, un equipo nuevo, con ganas de comprender qué pasa en lo sanitario pero también de ver cómo aguantaban los negocios. Y nos tocó tenerles que decir que había que cerrar... Es agotador estar todo el rato tomando decisiones, todo el rato intentando acertar.
– ¿Agotador hasta la lágrima?
– Sí, sí, he tenido esos momentos. Llorar no es un síntoma de debilidad. Veía la tristeza de las calles vacías y sentía una angustia aquí, en el pecho... y, claro, alguna lágrima en los ojos. Y la muerte de Gayoso [coronel del GAR fallecido en marzo de 2020 por COVID] me llegó al alma, a mí y a todos. Y mi amiga Olga, que falleció nada más empezar la pandemia. Mi amiga Olga está siempre conmigo.
– ...
– Era quinta mía. Estudiamos en Salamanca, cantamos muchísimo juntas, viajamos por México, por Panamá... Hemos vivido mucho juntas. Mucho. Tenía cáncer. Fue muy duro ir a despedirme el día anterior a que la sedaran. El regreso fue...
El aire fresco alivia el trago amargo y los olores que acerca evocan otros recuerdos. más dulces. El Camino también son sus olores. No huele igual en Roncesvalles que en el Monte do Gozo. Ni en Ventosa que en Grañón. La Grajera regala aromas a pino y a resina, advierte Andreu. En Azofra olerá a viña y en Cirueña a yerba recién cortada. A lo largo de los kilómetros, la peregrina acreditará una notable capacidad olfativa, don natural o derivado acaso de su formación enológica y de las horas metidas en bodegas, en catas y en trasiegos.
– «Huele a resina de pino una pasada, es una gozada... Y no se oyen coches...», suspira Andreu como en un rapto temprano de melancolía.
Algo mucho más prosaico, tal es el paso por por el Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino y la bodega institucional, le hace aterrizar en otra emoción bien distinta, pero emoción al cabo.
– Es algo fantástico. Un proyecto de un gobierno anterior del que, independientemente de todo, hay que felicitarse. Tenemos un tesoro, la bodega y las viñas [experimentales], que son de todos los riojanos. Y aquí hay mucho talento que no se nos puede ir como se nos ha estado yendo durante tantos años. ¿Estamos por apostar por la investigación? ¡Pues vamos!.
Una pista ancha, jalonada de espléndidos rosales silvestres recién florecidos y alguna madreselva nos acerca al alto de la Grajera. Allí saludamos a Jacinthe, una jovencísima parisina que aún conserva lozano el paso aunque lleva una semana larga en el recorrido hacia Compostela. En las ruinas de San Juan de Acre hacemos un alto. Las ruinas casi milenarias del viejo hospital de peregrinos dan testimonio de la importancia que tuvo.
– Vamos a tocar la piedra, estoy segura de que tienen algo como de... energético.
Al periodista le descoloca el comentario. Pero por si acaso, toca y tira del hilo espiritual.
– ¿Por cierto, cuál es tu relación con la religión, con la fe?
– Es curiosa. Yo estudié en La Milagrosa de Calahorra y después en el instituto. Durante ese período quería encontrar esa paz. En mi casa no eran religiosos... Ya sabes, sufrieron la represión de la guerra y entonces se relacionaba a los que ganaron con la Iglesia. Mal relacionado, porque hay gente que merece la pena en todas partes. En fin, que tenía ese gusanillo. Estudié en Salamanca, canté en el coro de la Pontificia y allí se respira un cierto ambiente religioso. Participé en grupos para ver si realmente encontraba algo... Busqué, pero no terminé de encontrar la fe. Entonces, pues respeto mucho, me parece bien la gente que cree de verdad. Pero yo no lo consigo. Para mí, la magia la encuentro en la naturaleza, en aquella primera célula que empezó a respirar. De hecho estudié Biología por eso, por encontrar el origen.
– ¿Y el origen esté en...?
– La casualidad, ¿por qué no?
Un padrenuestro después nos pone a los pies del cerro Tedeón. Navarrete se hace merecer en el ascenso hacia la Iglesia de la Asunción. Navarrete es de esos pueblos que penan estar demasiado a mano. Tanto que para qué ponerse a buscar el momento de visitarlo. El ya si eso tan nuestro. Pero su casco antiguo guarda sorpresas poco habituales en la región y debería ser visita de obligado cumplimiento. El avituallamiento a la sombra de la torre que levantó Pedro Aguilera en 1629 devuelve ánimo y resuello a los caminantes que enseguida enfilan el segundo tercio de esta etapa desde el bellísimo pórtico del camposanto navarretano, que en realidad fue la portada del San Juan de Acre y en 1887 fue trasladada a esta ubicación por un albañil de nombre Azpiri que atendía el proyecto del arquitecto riojano Luis Barrón.
Andreu y el periodista atacan a buen tranco las primeras cuestas y la conversación. De ambos asuntos trata esta experiencia: de andar y de charlar
Los viñedos llenos de hojas nuevas e incipientes inflorescencias que luego serán racimos de tempranillo se hacen ya dueños del paisaje y Concha Andreu se detiene en una viña añosa, bien cuidada, muy cerca de la cooperativa de Sotés, un enclave habitado desde tiempos inmemoriales que forjó su tiempo más brillante al filo del Camino hasta conseguir el título de villa para honra de los sotesinos. «Mucha de la uva que se elabora en Logroño llega desde Sotés», evoca Andreu sus momentos de enóloga como si formaran parte de un pretérito menos próximo de lo que en realidad están. Hace demasiado calor y no está el horno para más filosofías, así que enfilamos hacia Ventosa, que espera casi a la vuelta de la esquina.
Ventosa ha sabido hacerse un hueco en el itinerario jacobeo, aunque en realidad el Camino solo le toca de refilón. Pero buenos son los ventosinos como para no hacerse querer y visitar. La excusa se llama 'Un kilómetro de arte', un espacio donde se confunden naturaleza e intervenciones artísticas de nombres tan notables, y de tan diferentes disciplinas, como Toño Naharro, Belén de Benito, Carlos Corres o José Antonio Olarte, quien empezó todo recogiendo en unas lonas las huellas de los peregrinos. Y hasta hoy.
La subida hacia el alto de San Antón, escarpada y marcada por la huella de las escorrentías, exige a los caminantes. Aun con ello, queda oxígeno para elogiar a Olarte, con quien acabamos de compartir unos minutos.
– Esta gente es la que da valor añadido a los territorios. Y en La Rioja tenemos mucha gente de esta, presidenta.
– Además es gente de la cultura, tranquila, que vive en el terreno y lo valora y se identifica con él.
– ¿No te da que en La Rioja tenemos años de deuda con el mundo del arte, de la cultura en general?
– De acuerdo con eso. Tenemos que recuperar ese tiempo perdido. Con las personas, pero también con las cosas. Con los restos arqueológicos, por ejemplo. Ahora que estamos viendo los restos de termas romanas en Calahorra... ¿qué historia romana no habrá ahí? Ya sé que es muy costoso, pero hay que procurar no enterrar nuestra historia.
– El dinero...
– Hay que hacer ese esfuerzo, lo tengo claro. Hay que echar el resto.
Hablamos mientras subimos de la conservación de nuestros pueblos. Le cuento a la presidenta que unas semanas atrás publicamos una carta de alguien que decía haber sentido envidia mientras visitaba un pueblo del País Vasco por lo cuidado y conservado.
– Para mantener el patrimonio hace falta dinero y tener esa prioridad. Hay que que dedicarle dinero año tras año para que no se pierda.
– ¿Y eso es compatible con otras necesidades?
– Es compatible o debería serlo. Lo que no puede ser es que llevemos años y años de abandono y, de repente, queramos echar el resto a lo grande. Pero mantener el patrimonio sí que es compatible, debe serlo.
«Hacer el Camino de Santiago es un compromiso personal...»
De San Antón a Nájera es una tirada larga. El caso es que la antigua corte de reyes se ve, casi se toca, pero aún quedan unas leguas por andar por un camino bien cuidado flanqueado de viñas sin solución de continuidad hasta Alesón que, tras cruzar el Yalde, queda a la izquierda de la ruta. Y un poco más adelante, al otro lado de la antigua general 232, está Tricio, cuya ermita de Santa María de Arcos esconde un tesoro histórico y artístico más conocido lejos de La Rioja que reivindicado en ella.
– ¿No deberíamos hablar un poquito de nuestro patrimonio, de nuestra historia, en los colegios?
– De acuerdo completamente. Desde luego, nosotros vamos a intentar que se hable de lo nuestro. De la historia, de la cultura y de la agricultura. También de la agricultura porque somos una comunidad agrícola. Y hay que darle el valor que tiene. La pandemia nos ha servido para valorar lo que se produce en nuestra tierra. Por fin. Y para valorar la industria agroalimentaria que tenemos....
«Peregrino, en Nájera najerino!», saluda una pintada a brocha en la pared de un caseta de aperos que jalona el acceso del Camino a Nájera. Se atraviesa el barrio de Wichita y se llega hasta la judería tras dejarse caer por la calle san Fernando y cruzar el puente de San Juan de Ortega sobre el Najerilla. La calle Mayor nos conduce hacia la plaza de España y al tratar de enfilar la calle Costanilla nos damos de bruces con Santa María la Real, uno de los grandes monasterios del Camino. Con casi 30 kilómetros en los pies, dejamos la visita para la segunda etapa y sin darnos cuenta ya estamos sellando la credencial en el albergue Las Peñas, el único que en las fechas de esta aventura está operativo desde Logroño.
Nos estampa el segundo sello del día José Félix Díaz. Comparto esta pequeña ilusión con Andreu y con el equipo de TVR que nos acompaña. Es el gusanillo del Camino.
– ¿Lo has empezado a notar ya, Concha?
– Creo que desde que hemos comenzado a andar. Saber que tienes por delante camino para observar, para hablar, para ver, para solamente avanzar... En el Camino solo se avanza, no se va para atrás. Me creo lo de que hay un antes y un después.
Compartimos una copa de vino que nos ofrece José Félix Díaz en la terraza de su albergue. Es la magia de la ruta, la que ponen los paisajes y las personas.
– Hay que decirle a la gente de La Rioja que aproveche este tiempo, que se haga una etapa, dos etapas. Me decía una amiga: «En la pandemia, he recorrido sitios que no me hubiera imaginado que había en La Rioja». Yo recomiendo a los riojanos que recorran el Camino desde el punto que quieran. Que lo hagan y que sientan estos caminos despacio, como hemos ido nosotros.
Se acaban las primeras horas compartidas mientras cae la tarde en Nájera. En el albergue, Jacinthe, la peregrina francesa, aparece recién duchada. Nosotros brindamos.
– ¿Brindamos por la salud?, sugiere.
- Por la salud, Concha, por la salud.
LAS ETAPAS
(PARTE 1)
Vídeo de la etapa(PARTE 2)
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