Texto: Luismi Cámara
Ya lo dice su himno, «nadie en Logroño se siente extranjero». La capital riojana es esa ciudad pequeña, ese pueblo grande que hace que aquel que llega se sienta integrado rápidamente. Los logroñeses son gente de roce, de trato directo, de tocar, de conversar y discutir cara a cara.
Pero eso no quiere decir que esto sea siempre bueno y, sobre todo, que sea todavÃa imprescindible en ciertos aspectos en unos tiempos en los que las nuevas tecnologÃas ayudan a aligerar trámites, a reducir colas y, además, eliminan pérdidas de tiempo innecesarias a estas alturas de la vida, ya bien entrado el siglo XXI.
Porque la vida ha cambiado una barbaridad en estas dos últimas décadas y lo que hace bien poco se veÃa como algo lejano, al lÃmite de lo imposible, se ha convertido en una necesidad básica a la que resulta impensable renunciar ya. Sobre todo, si esas obligaciones ahora fundamentales han sido adquiridas por la Administración hacia el ciudadano. Si antes cualquier gestión era cuestión de paciencia, de incómodos papeleos y de aguantar horas de cola frente a una ventanilla, ahora la Administración electrónica permite hacer casi cualquier procedimiento desde el ordenador o el móvil y a cualquier hora del dÃa. De hecho, se ha llegado al punto de que el no poder hacerlo de este modo coloca al borde de la indignación al ciudadano.
Ya ni recordábamos...
Logroño, en este aspecto, se puede decir que ha avanzado con paso firme para facilitar cada vez más la vida a sus vecinos y optimizar los recursos de la ciudad. Ya adelantaban Rafael Ibarrula y José Manuel Calzada en la letra del himno que la capital riojana «es joven y antigua, es pasado y es progreso». Y en eso está, en pleno progreso para convertirse en una ciudad inteligente, con el 010, la completa y operativa web, el WhatsApp municipal, la participación ciudadana a través de las redes sociales o la exitosa app Logroño.es.
La percepción de esos avances no sólo se ve el mundo virtual. En estas dos últimas décadas, Logroño se ha convertida en una capital moderna, con un objetivo prioritario: mejorar los servicios públicos para aportar la mejor calidad de vida posible a sus ciudadanos.
La evolución del escudo La evolución de Logroño llega hasta el escudo. El tradicional sigue manteniendo su belleza, sus flores de lis, la corona o el lema de «muy noble y muy leal ciudad de Logroño». Pero el Ayuntamiento emplea también en sus redes y en su web una evolución que lleva a la simplificación de las lÃneas y las formas y a emplear sólo un color, el vino de la bandera.
Sólo hay que echar la vista atrás y revisar fotos de no hace tanto tiempo para comprobar cómo ha evolucionado en aspectos que ya ni recordábamos, como los paneles informativos sobre las plazas libres ORA para poder aparcar en la calle San Antón o los transportes públicos, que han visto aumentar y modernizar su flota, cumpliendo además con un objetivo muy importante como es la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente.
La paulatina e imparable aparición de nuevos espacios abiertos y verdes que han servido para ampliar el pulmón de la ciudad; la revolución deportiva, con un nuevo Las Gaunas o un Palacio de los Deportes que se han convertido ya en emblemas; o el desarrollo urbano con el soterramiento de la vÃa, la moderna estación, la evolución de barrios como Cascajos, El Arco, La Cava-Guindalera, Avenida de Madrid, Valdegastea, El Campillo o Los Lirios, no hacen más que confirmar a Logroño como una ciudad preparada y dispuesta a seguir evolucionando de la mano de sus ciudadanos.