Texto: Pablo GarcÃa Mancha |
Venta Moncalvillo es uno de los restaurantes más singulares del mundo, un espacio gastronómico que ha logrado algo inaudito: convertirse en propia tendencia situándose en los márgenes de la poderosa fuerza mediática de la cocina contemporánea con la sobreabundancia de sus apariciones en los medios tradicionales y en Internet. «Lo más difÃcil en cocina es lograr la identidad genuina», explica el chef Ignacio Echapresto, un loco de lo auténtico refrendado por una estrella Michelin; igual que su hermano Carlos, un sumiller que ha logrado convertir a la bodega de su pequeño restaurante de Daroca en una referencia de carácter global, tal y como le premió la prestigiosa ‘Wine Spectator’ por «tener una de las mejores bodegas del mundo, por su gran carta de vinos y un exquisito servicio».
Carlos e Ignacio; Ignacio y Carlos. Ambos han llegado a la cima de la cocina y de la restauración tras una andadura de veinte años en un pueblo de 24 de habitantes que comenzó hace dos décadas con un bar de bocadillos y que a través de sucesivas transformaciones ha cambiado su piel hasta convertirse en una de las grandes referencias de la cocina española. Y más allá de la estrella Michelin (obtenida en 2011) los principales crÃticos y escritores gastronómicos de España han refrendado en sus artÃculos y comentarios la sutileza de la cocina de Ignacio y el absoluto mérito de una evolución que contemplada con el tiempo tiene carácter casi milagroso: de un pequeño bar de pueblo a uno de los mejores restaurantes de España.
Hace veinte años toda esta historia estaba por escribirse. De hecho, Ignacio iba a ser el encargado de sala y Carlos el cocinero, pero una enfermedad del primero hizo que se intercambiaran los papeles de tal suerte que Ignacio comenzó a aprender todo de su inolvidable madre Rosi y Carlos no dudó en pensar en historias cercanas a la sala y el vino.
La casa familiar de Daroca, en plena sierra de Moncalvillo, era el punto de partida de esta aventura que desde el minuto cero de su existencia estaba condenada a crecer por la inquietud de sus dos protagonistas. En 1997 dieron el primer paso ofreciendo como atractivo la gastronomÃa de su madre Rosi: ‘Cocina de diario vestida de fiesta’, a través del menú del dÃa y una pequeña carta los fines de semana.
1999 fue un año esencial: Carlos organizó un cursillo con otros sumilleres e invitaron a Custodio Zamarra, el maestro del ZalacaÃn y el gran padre de la sumillerÃa española. De aquel encuentro, Ignacio tuvo la oportunidad de partir hacia Madrid y trabajar unas semanas en el equipo del mÃtico BenjamÃn Urdiáin, el primer cocinero que llevó a Madrid tres estrellas Michelin. Los dos regresaron completamente transformados y los platos de Venta Moncalvillo eran puerros con ventresca, pimientos verdes con anchoa y endivias con hongos, basado en el pincho premiado en el primer del Concurso de Pinchos de La Rioja que Ignacio acababa de ganar.
1997: 3 personas
2007: 7 personas
2010: 8 personas
2017: 13 personas
1997: 20% producto local
2017: 90% producto local
Religión pagana
Para Venta Moncalvillo el vino es como una auténtica religión pagana; de hecho el espÃritu de este restaurante tiene en la esfera enológica uno de los principales pilares de su personalidad. Carlos recibió el año pasado el ‘Premio al Sumiller que más ha hecho por la comercialización del vino español’ en la primera edición de los ‘International Wine Challenge Merchant Awards Spain’. El jurado decÃa del sumiller de Venta Moncalvillo que merecÃa el premio «por la defensa del vino de su tierra, Rioja, con pasión y conocimiento desde un pequeño restaurante. Su especialización le ha llevado a ser conocido a nivel internacional por prensa y crÃticos como el sumiller más especializado en Rioja del mundo».
Pero para conseguir todos estos reconocimientos, el restaurante tenÃa que seguir cambiando. Asà que en 2005 dieron otro paso durÃsimo y esencial, dejar de dar menús y dedicarse exclusivamente a la carta y en 2007 se mejoró de nuevo la cocina, con la incorporación de una zona de reposterÃa. Antes, en 2006 Ignacio ganó el premio a Mejor Cocinero de La Rioja.
Asà que en 2010 Venta Moncalvillo estaba preparada para un hito histórico en la gastronomÃa riojana: la concesión de la primera estrella Michelin en noviembre de dicho año para la GuÃa de 2011: «Es hermosÃsimo lograr algo asÃ, por muchas razones, por mis padres, por mi gente, por mis amigos y por mi pueblo. No estoy seguro del dato, pero no creo que exista en el mundo un sitio tan pequeñito como el mÃo y que tenga una estrella Michelin», declaró Ignacio Echapresto tras conocer la noticia a Diario LA RIOJA. A partir de ese momento, la relevancia nacional e internacional de la cocina profunda de la sierra de Moncalvillo ya no conoce fronteras. Tras veinte años de andadura, lo mejor seguro que está por venir.