Texto: J.A.L.
Algunas historias admiten ser relatadas según las viejas técnicas de los hermanos Grimm: como si, en efecto, fueran un cuento. Con alguna bruja malvada y, por supuesto, con su final feliz. Quien repase, por ejemplo, la trayectoria de AERTIC, la patronal incluida en la FERque agrupa a las empresas del sector tecnológico, observará que no faltaron desde luego contratiempos durante su recorrido. Nacida en el 2010, en medio de la infausta crisis, tuvo que afrontar el duro combate con la realidad, a menudo tan cruel, en un contexto que no favorecÃa sus propósitos: convertirse en una referencia institucional que, a partir de un impulso netamente riojano, supiera trascender las fronteras regionales. De momento, aquel proyecto se ve coronado por el éxito: no sólo porque sus promotores han conquistado gran parte de sus objetivos fundacionales, sino porque en el futuro más inmediato se atisban noticias prometedoras. Fomentar la educación en tecnologÃa, por citar un caso, parece una idea cada dÃa más cercana.
Una pretensión que, sin embargo, resultaba casi temeraria hace 20 años. Entonces, la idea del avance de la sociedad riojana vinculada al desarrollo tecnológico ni siquiera figuraba en el orden del dÃa. El propio concepto de tecnologÃa carecÃa de su actual dimensión. De modo que algo de audacia se necesitó para organizar alrededor de un proyecto coincidente a la larga nómina de empresas que hoy forman AERTIC. Un proyecto que, como se deduce, tuvo que afrontar su fase de maduración, hasta que encontró una coyuntura receptiva para sus fines: convertir la tecnologÃa en el socio indispensable para que fraguara toda propuesta empresarial y para acompañar a las instituciones en su obligación de favorecer la calidad de vida de los administrados.
1997: Los pioneros, en la foto de familia tras fundarse la asociación.
2017: Hoy, cerca de 80 empresas forman AERTIC. Aquà posan en la FER con el consejero Alfonso DomÃnguez.
Sumar esfuerzos
Puede concluirse que esas aspiraciones han triunfado. AERTIC, como recuerdan sus promotores, ha contribuido a generar «un espacio de conocimiento y reflexión» en torno a las tecnologÃas. Por otro lado, sirve para «mejorar la capacidad tecnológica de las empresas», al tiempo que fomenta «su capacidad comercial» y su vocación internacionalizadora, promoviendo «oportunidades comerciales en los mercados exteriores». Sus socios resaltan uno de los ejes prioritarios de su estrategia: sumar esfuerzos en la búsqueda constante de «la excelencia empresarial». Las cerca de 80 firmas que constituyen AERTIC atestiguan lo apropiado de las ambiciones con que se gestó: extienden sus actividades por ámbitos como la educación, las telecomunicaciones, la consultorÃa o la programación y acreditan cifras de vértigo que confirman lo saludable de su actividad. El sector agrupa en La Rioja a más de 3.500 trabajadores, con una facturación que alcanza los 211 millones de euros.
Aunque siempre hay nubarrones en el horizonte. Los detalla su presidente, José Luis Pancorbo, último eslabón (por ahora) de una proteica saga de emprendedores. A su juicio, AERTIC cumple a sus objetivos iniciales «porque somos una entidad muy dinámica, que aporta innovación al tejido económico y sirve como elemento tractor para otros sectores industriales de la región». Como siempre que puede, Pancorbo aprovecha el altavoz que supone esta reflexión conjunta sobre la evolución del mundo tecnológico de veinte años a esta parte para reivindicar el liderazgo a escala nacional que distingue a las tecnológicas riojanas pero tampoco evita mencionar algunas debilidades que observa: se trata de un sector muy dependiente de la inversión pública, que precisa que las fuentes crediticias fluyan al ritmo adecuado y genere la imprescindible confianza desde las administraciones de La Rioja. También sugiere la conveniencia de polÃticas que bonifiquen la adquisición de bienes y equipos pero, sobre todo, subraya una necesidad clave: la importancia de una formación de calidad en el ámbito universitario. «Necesitamos empleo cualificado», concluye.
Asà se garantizará que este cuento tiene final feliz.
Al sector de las tecnologÃas de la información no lo reconoce ni los que lo inventaron. Su evolución parece mejor descrito por los libros y pelÃculas de ciencia ficción que a lo predicho por los gurús de hace 50 cuando el sector aún era incipiente.
Hemos pasado de un ámbito de informática para las grandes finanzas, a una informática para las empresas (la gestión de su administración, ERP, CRM), luego a una informática en casa (el PC y el procesador de textos, los juegos), y de ahà se ha pasado a una informática personal (el móvil, smartphone, las apps, los wearables, las redes sociales), y ahora estamos en la informática ubicua (la transformación digital, el Internet de las cosas, la web semántica, la inteligencia artificial, el coche autónomo, el big data, la realidad aumentada y la robótica). Todos estos cambios ocurren a una velocidad cada vez mayor y han transformado el mundo que conocemos, y lo seguirán haciendo.
«Es hora de apostar por tener un sector TIC regional»
En el mundo que conocemos cada vez está cobrando mayor relevancia el mundo digital, porque está transformando nuestra manera de vivir y de interactuar con nuestro entorno. Por eso recomiendo encarecidamente a los padres que aconsejen a sus hijos que sigan estudios relacionados con las TIC, porque es posible que el mercado de trabajo cambie radicalmente con tecnologÃas como la robótica, la inteligencia artificial y la computación cuántica, pero los perfiles TIC seguirán siendo los más demandados, mientras que los tradicionales y menos especializados serán reemplazados por robots o serán externalizados a paÃses de menor coste laboral.
Es hora de apostar por tener un sector TIC regional sin el que no se entenderá el futuro económico y social.