Universidad


1997: Hace veinte años la Universidad de La Rioja disponía de un presupuesto de 4.151 millones de pesetas: era una institución nueva, con apenas cinco años de vida y aún tenía que impartir clases en las prestadas instalaciones del vecino Seminario de Logroño

2017: Actualmente, la UR cuenta con 42,5 millones de euros de presupuesto, 74.717 metros cuadrados de instalaciones, 5.000 alumnos y 675 trabajadores para ofrecer una oferta educativa de diecinueve grados oficiales, doce másteres y diez programas de doctorado

Texto: Diego Marín A. | Fotografías: UR

La Universidad de La Rioja nació en 1992 recogiendo el trabajo anterior del Colegio Universitario y las Escuelas Universitarias de Enfermería, Empresariales, Ingeniería y Magisterio. Su primera oferta abarcó diecisiete titulaciones y en su primer curso contó con más de 4.000 alumnos.

En veinte años, que quizá no son demasiados para una institución como esta, lo cierto es que ha habido muchos cambios. En principio, algunas clases como las de Derecho y Filologías se impartían en el Seminario por falta de espacio, pero en los últimos años se han construido nuevas instalaciones, como el CCT, el polideportivo y la residencia universitaria, pasando de los 32.718 metros cuadrados de 1994 a los actuales 74.717. Incluso el volumen de su biblioteca ha cambiado, pasando de los iniciales 45.691 títulos hasta los actuales 315.208. Y, por supuesto, la plantilla ha aumentado de 209 a 675 trabajadores.

También ha variado el sistema educativo con motivo de la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, sustituyendo las diplomaturas y licenciaturas en grados. La UR fue la primera en ofrecer la titulación en Enología. Actualmente ofrece diecinueve grados oficiales, doce másteres y diez programas de doctorado, además de títulos de posgrado y formación no reglada, como la Universidad de la Experiencia y los Cursos de Verano, sumando 5.000 alumnos matriculados en enseñanzas oficiales. Llegó a tener muchos más durante el periodo en el que ofreció licenciaturas ‘on line’.

Evolución del logotipo

«La Universidad de La Rioja ha entrado en una fase de estabilidad y querríamos afianzarnos en nuestro ámbito de actuación con un énfasis especial en la investigación. Sin embargo, como institución pública que somos, dependemos de la sociedad que nos da soporte y de los gobiernos que canalizan dicho soporte», afirma el rector de la UR, Julio Rubio, cuya aspiración, al mando de la institución, es «ser la referencia de nuestra comunidad en educación superior e investigación». Pero no sólo eso.

La UR ha querido acercarse a todos los ámbitos de la sociedad ofreciendo «participar en nuestros estudios de modo flexible, en una educación universitaria a lo largo de toda la vida». Porque, por ejemplo, «la Universidad de la Experiencia es algo diferente, una muestra de nuestro compromiso con la sociedad, que no necesariamente tiene que ver con obtener un título universitario oficial», explica Julio Rubio. Esta se ha extendido a Calahorra y Haro en un propósito de que «todos los riojanos sientan la Universidad de La Rioja como suya», declara el rector, y avanza que «hay un plan bastante avanzado para extender la Universidad de la Experiencia a localidades con menos habitantes, lo que conllevará un cambio de modelo».

1997:Un equipo rector de hace veinte años. Mucho por hacer, algún edificio aún 'prestado' y una institución que tenía un lustro de vida

2017:El equipo rector bajo el mando de Julio Rubio. Retos muy nuevos para el 25 aniversario de la institución, en un panorama educativo tras la crisis que no se parece gran cosa al de hace dos décadas

Un motor

Paralelamente al paso del tiempo, el rector considera que la UR «hace evolucionar la tecnología» porque «las universidades son el motor que produce la mayor parte de las innovaciones tecnológicas que han cambiado el mundo». Google surgió de una universidad, ejemplifica. Incluso «algún responsable informático de larioja.com salió de las aulas de nuestra Universidad y habrá estado dirigiendo el desarrollo tecnológico en la empresa, igual que sucede en muchas otras empresas e instituciones de nuestra comunidad», señala Rubio.

A veces centramos la tecnología en las carreras de Ciencias, pero también se dejan notar en las de Letras. «La tecnología permea todos los ámbitos del conocimiento. Estamos en un momento apasionante en el que las fronteras entre las ciencias y las letras se diluyen, precisamente por la disponibilidad de mecanismos muy potentes de procesamiento de la información», afirma Rubio. También en la labor administrativa: «La Universidad pública es parte de la administración pública y está inmersa, y comprometida, con todo el proceso de transformación para conseguir una atención a universitarios y ciudadanos por medios electrónicos».

El olmo no da peras

No cabe duda que desde aquellas primeras aulas en el Seminario a las clases de las que salen proyectos como MotoStudent y las 81 patentes que se han desarrollado en la Universidad de La Rioja, ha habido una evolución positiva de la entidad. La UR es pequeña y sigue siendo una de las más recientes de España. No debe ni puede compararse con otras, como la de Barcelona, con más de 87.000 matriculados; la UPV, con más de 44.000 o la Autónoma de Madrid, con más de 27.000. Tampoco puede medirse con otras que suman casi ocho siglos de historia, como las de Salamanca y Valladolid.

La UR, aunque ha evolucionado no sólo en sus últimos veinte años sino en sus veinticinco de vida, aniversario que celebra este curso, supone un concepto que, sobre todo los alumnos extranjeros que vienen aquí de intercambio, aprecian mucho, sorprendidos. Y es la cercanía, la reducción del número de alumnos y la atención más precisa y atenta del profesor. Mientras que las grandes universidades son auténticas ciudades, la UR es una gran familia. Mientras que en otros centros algunos profesores son inaccesibles, aquí hay quien mantiene la puerta de su despacho permanentemente abierta.

Ciertamente es pedante repetir aquello de que en la Universidad uno se hace adulto, descubre la vida y pasa, en muchos casos, los mejores años de su vida porque disfruta de la juventud mientras comienza a adquirir las primeras responsabilidades serias. Pero, sobre todo, o así debe serlo, disfruta con lo que estudia, sin imposiciones ni otras asignaturas necesarias en la formación básica pero que a uno se le atragantan, a veces, hasta por genética. La UR, por supuesto, tiene que crecer, evolucionar, pero el olmo tampoco debe dar peras.